2.02.2015 .
La Habana, Cuba
Voy recorriendo los diferentes bufetes buscando los ojos de un abogado que no se cierren, que no vuelvan la vista cuando les cuento mi caso. Los ojos de un abogado que no echa su cuerpo para atrás, ni reacomoda su mirada, mientras le hago preguntas sobre los procesos legales.
Los ojos y el juicio de un abogado que no salga y se pierda por los pasillos esperando que me vaya, uno que entienda que mi paciencia ha sido alimentada por décadas. Los ojos de un abogado, diferentes al que me dice sin levantar la vista del papel: firma, firma y sales de esto. Los ojos de un abogado que aunque sepa que es una batalla perdida, no me quite la vista, dispuesto a defender, no a mi persona, sino el derecho a la libertad de expresión.
Los ojos, la honestidad que busco son los de un abogado del futuro, para que me defienda en el presente.
Estoy buscando unos ojos de abogado que me miren de frente y sin miedo.
Mientras, con la esperanza puesta en el refrán popular que dice que nadie es perfecto, voy usando ojos propios. Voy leyendo el código penal, la constitución y los decretos ley, buscando algún vacío legal por el que uno pueda entrar. Voy a empoderarme.
Tania Bruguera
2 de febrero, 2015