9.08.2015 .
Havana, Cuba
Hoy pasaron cuatro cosas diferentes durante la marcha de las Damas de Blanco:
. Pude decirle al agente de la Seguridad del Estado Javier (que vino personalmente a sacarme de la marcha) que ahora no me podía negar más sobre la represión y los golpes que se le dan a Las Damas de Blanco y a quienes pacíficamente les acompañe. Fue además el domingo más violento de todos los que he presenciado.
. Estaba presente la policía uniformada de extranjería y migración pues habían hoy algunos extranjeros curioseando y parece que se los estaban llevando también a ellos.
. Después que los ómnibus con todas las Damas de Blanco se fueron, vi a un hombre joven solo sentado a la entrada de un edificio llorando. Un grupo de personas (algunos de los que acababan de reprimir) se le acercaron para tratar de calmarlo y de ‘justificar’ lo que este hombre había acabado de ver: la represión.
. Una de las mujeres que hacía un rato gritaba con un cartel que decía «Viva Fidel» nos pasó por al lado a Lía Villares y a mi y en ese momento, en el que se encontró sola, no tuvo el coraje de mirarnos de frente ni de gritarnos ni de defender sus principios.
Observé cómo cuatro hombres le caían encima a uno mientras lo tiraban para el piso y le agarraban el cuello. Cómo tenían a varios hombres contra una reja. Cómo le metieron una llave de estrangulación a uno para llevárselo (en ese momento Berta Soler y yo fuimos para allá a intervenir ante tanta violencia) la turba enardecida (porque eso no es el pueblo cubano) trataba de sonsacar y provocar aún cuando Las Damas de Blanco no ofrecían alguna resistencia. Gritaban ofensas y nos decían que nos fuéramos del país.
Había dentro de tanta violencia (dado por el número de personas per disidente, por la impunidad de su actuar, etc.) dentro de tanto terror, una ironía: los gritos de «Vivan Cuba y Los Estados Unidos» en boca de aquéllos que hasta hace unos meses decían «Abajo los Imperialistas Yankees» y que se referían a los presidentes del los Estados Unidos con una falta de respeto tal que si hubieran sido dirigidas a un gobernante cubano lo hubieran considerado Desacato.
Así no vamos a ir a ningún lado y es la responsabilidad del gobierno desarticular las turbas a las cuales ellos le dan licencia para ofender y golpear. Es responsabilidad de este gobierno lo que pase en estos domingos y es responsabilidad del gobierno la intolerancia hacia los que piensan diferente.
Hoy más que nunca estoy segura que hace falta una ley contra el odio político, que autorice la manifestación pública y permita la libre expresión.