Sin que nadie se dé cuenta, un slogan nazi se cuela en el mercado del arte

Le Monde
Philippe Dagen
8.06.2011

De: Dagen, Phillippe. “Ni vu ni connu, un slogan nazi sur le marché de l’art,” Le Monde, Culture. Publicado en la edición del 9 de Junio 2011, Paris, Francia.

http://www.lemonde.fr/culture/article/2011/06/08/ni-vu-ni-connu-un-slogan-nazi-sur-le-marche-de-l-art_1533481_3246.html

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Sin que nadie se dé cuenta, un slogan nazi se cuela en el mercado del arte

Phillippe Dagen

VENECIA, POR NUESTRO ENVIADO ESPECIAL – Al igual que en las dos anteriores Bienales de Venecia, el Palazzo Fortuny acoge una exposición propuesta por Axel Vervoordt, conocido y poderoso anticuario belga, quien se autodefine como un “hombre universal apasionado” y un “comerciante visionario”. Nos encontramos ante una espaciosa galería de curiosidades donde se mezclan objetos arqueológicos y etnológicos y obras occidentales antiguas o contemporáneas. La primera edición, “ArTempo”, bajo la curaduría del francés Jean-Hubert Martin, fue todo un éxito. La segunda, «Infinitum», se parecía más a un gran tenderete –de lujo, claro está– de las colecciones de Axel Vervoordt. La tercera, «Tra», que se presenta en el mismo recinto hasta el 27 de noviembre, deja un mal recuerdo.

En la nómina encontramos nombres muy conocidos: Rodin, Léger, Fontana, Kapoor e incluso Peter de Hooch. Los galeristas participan en la exposición de su colega con algunas obras de artistas ilustres pertenecientes a sus reservas, lo que no quiere decir que sean obras mayores, pero sí obras caras.

El dinero se cree omnipotente

El Palazzo Fortuny, que es un museo, acepta por lo tanto desempeñar el papel de vitrina para el comercio de objetos artísticos. Podemos ver en ello un ejemplo de la actual correlación de fuerzas entre el mercado y aquellos que en él operan, omnipotentes, y las instituciones museísticas, debilitadas y en algunos casos al borde de la ruina; obligadas, por consiguiente, a alquilarse al mejor postor. Sin embargo, en el caso de “Tra”, la demostración alcanza límites inaceptables.

En la planta baja, al final de un exquisito corredor que de un lado da acceso a un canal y del otro al jardín interior del palacio, encontramos una gran pieza de hierro forjado colocada en el piso, contra la pared, en la que se puede leer, en mayúsculas, Arbeit macht frei, literalmente “el trabajo libera”. Dicha inscripción se encontraba a la entrada de los campos de concentración de Auschwitz, Dachau o Sachsenhausen. La placa no hace alusión a ello y simplemente atribuye el objeto a la artista de origen cubano Tania Bruguera, cuyas performances y acciones de carácter político y a favor de los inmigrantes son bien conocidas. Es probable que con este remake Tania Bruguera haya estado animada de la voluntad de protestar y conmemorar. Tal vez ignoraba que ya en 1992 Claude Lévêque había realizado una instalación en la que asociaba esta misma inscripción de hierro a un Mickey de neón blanco. Tal vez desconocía también en qué contexto se muestra hoy su pieza, acompañada de cuadros abstractos y esculturas indias.

En cambio, resulta difícil creer que ninguno de los cuatro curadores de “Tra” conociera el significado y el origen de esta inscripción. Pero solo vieron en ella un objeto de arte como cualquier otro –es decir, algo relacionado con la exhibición y el comercio. Presentarlo como tal no los perturbó. El comunicado de prensa precisa, oportunamente, que la exposición crea “una pícara atmósfera de confianza” entre las piezas. ¿Pícara? A todas luces, el dinero se cree omnipotente, tanto en el mundo del arte, como en otros sectores.