30.12.2014 .
Plataforma #YoTambienExijo
«El arte político es el que se hace cuando está pasado de moda y cuando es incómodo, jurídicamente incómodo, cívicamente incómodo, humanamente incómodo. Nos afecta. El arte político es conocimiento incómodo», afirma Tania Bruguera en su Declaración de arte político, de 2010. Desde esa radical incomodidad y vulnerabilidad se sitúa hoy El susurro de Tatlin #6, una performance que invita a tomar la palabra por un minuto, pero eso sí, por cualquiera.
Como han insistido comunicados recientes de instituciones oficiales cubanas (Consejo Nacional de las Artes Plásticas y Presidencia de la Asociación de Artistas Plásticos de la UNEAC), la Plaza de la Revolución es un espacio simbólico. Afirmando el carácter público de la Plaza, El susurro de Tatlin propone una simbólica ocupación colectiva de apenas 90 minutos. Si los comunicados hablan de «contrarrevolución», El susurro de Tatlin moviliza el imaginario de otras plazas revolucionadas desde 2011: Tahrir en El Cairo, Sol en Madrid, Syntagma en Atenas, Liberty Square en Wall Street y sus múltiples articulaciones virtuales a través de las redes de comunicación. A los comunicados institucionales que niegan la condición artística de la performance por sus connotaciones políticas y demandan «pura creación artística», El Susurro de Tatlin responde con una reapropiación de lo político por el arte.