25.01.2015 .
La Habana, Cuba
Mi tía abuela de 94 años me pregunta ¿y por fin el muchacho de los puercos encebados ya lo soltaron? La respuesta sigue siendo no. Mi tía abuela sonríe cuando se acuerda del performance de El Sexto, los performances también existen como imágenes en la mente, de hecho esa es su mejor documentación.
La encarcelación de El Sexto me hace recordar la encarcelación de Ángel Delgado por defecar encima de un periódico Granma en una exposición por allá por los años ochenta; un periódico que se utilizaba en muchas casas por muchos años como papel higiénico, lo que nunca pretendió ser una crítica social sino la solución a una necesidad.
La relación de estos hechos me obliga a repensar qué tan rápido se utilizan los criterios estéticos para justificar un acto no solidario entre los compañeros de gremio. Una y otra vez se escucha la misma paleta de criterios socorridos desde hace décadas… no era una buena obra, la idea era demasiado evidente, lo hizo para llamar la atención, no era el momento adecuado, todo el mundo sabe cuáles son los límites, etc. En momentos como éstos los críticos se transforman en policías y los policías se transforman en críticos. La crítica estética deviene un arma de la Revolución. La crítica estética se convierte en la justificación perfecta para no implicarse; la justificación perfecta para esconderse detrás de una profesión que creemos hacer mejor que el otro, el que está en problemas. Yo no creo que un criterio estético exima de responsabilidad a los que no hacen nada ante una injusticia. Yo no puedo aceptar que un criterio estético tenga más valor que la vida de una persona.
No conozco personalmente a El Sexto, pero en estos días no puedo quitarme de la mente un video que él hizo de su conversación en el estudio de Kcho… no sé si deba llamar a Kcho que lo conoce personalmente y que es, demás de artista, miembro de la Asamblea Nacional. Tal vez desde su posición pueda entender no sólo las diferencias de criterios estéticos sino las implicaciones políticas de la censura en el arte.
Tania Bruguera
25 de enero del 2015