Art Practical
Elia Rita
De: Rita, Elia, «Don’t Look the Other Way: Escuela de Arte Útil«, Art Practical, el 21 de Noviembre 2017. San Francisco, Estados Unidos de America
Los profesionales del mundo del arte son llamados, con creciente frecuencia, a favorecer un cambio sistémico, y se les pide que contribuyan, transformen y se comprometan con la comunidad. Lo que podría parecer una tarea hercúlea es probable que se sume a una intermitente sensación de impotencia, ya el arte fue, en un momento dado, encapsulado en un ámbito autónomo desde el que los artistas son incapaces de ejercer efecto alguno en la realidad. Sin embargo, algunos afirman que las prácticas artísticas socialmente comprometidas, que a menudo corren en paralelo y empujan contra la corriente principal de la historia del arte, pueden liberarnos de un «sentimiento de culpa o remordimiento, que necesariamente se tiene en modos de trabajo más representacionales».
¿Libertad o carga? Un sentimiento de culpa vino, por primera vez, en otoño, después de ocho semanas en la Escuela de Arte Útil, un proyecto pedagógico que se prolongódel 20 de junio al 10 de agosto de 2017, comisariado por el Yerba Buena Center for the Arts en San Francisco coincidiendo con la exposición Tania Bruguera: Talking to Power/Hablándole al Poder. Antes de asistir a la Escuela y de vivir en el Área de la Bahía de California, era un artista de performance en España. Vine a San Francisco para terminar mi tesis sobre el caminar como un instrumento estético y político de reapropiación del espacio público, un derecho espacial en riesgo de ser pavimentado por la desenfrenada privatización del mismo. Ahora, después de participaren la Escuela, no puedo sino cuestionar las afirmaciones éticas de mi práctica. ¿He sido capaz de trascender la simple expresión personal en mi trabajo? ¿Estoy realmente comprometida con lo político de la forma poética?
La educación artística en España, aunque se halla en una lenta evolución, todavía se centra principalmente en los campos del simbolismo y la metáfora, a pesar de que el arte socialmente comprometido ha ganado tracción desde la crisis económica de 2008. Una alarmante cantidad de estudiantes de arte son empujados suavemente al mundo, «dichosos» en la inocencia, sin saber de que los problemas del mismo pueden abordarse usando sus habilidades y recursos, superando la representación y la exhibición. Reconociendo la falta de capacitación resultante demi educación artística y las controversias planteadas por el “Arte Útil” y otras formas de práctica social, decidí asistir a la Escuela como oyente. Así podría cuestionar legítimamente las buenas intenciones propuestas y los resultados de mi práctica y la suya.
Ocho semanas, tres días a la semana, cuatro horas al día, sumaron un total de 96 horas de concentración académica gratuita en Arte Útil, en comparación con una pobre presentación de veinte minutos sobre una idea similar—artivismo—, durante los cuatro años de mi grado en España. La noción de lo que constituye el Arte Útil llegó a través de un conjunto de criterios formulados por Tania Bruguera y un grupo de comisarios del Queens Museum (Nueva York), Van Abbemuseum (Eindhoven, Países Bajos) y Grizedale Arts (Coniston, Inglaterra), a lo largo de colaboraciones independientes con la artista. Arte Útil designa un arte que supera el rol estético postulado por la modernidad y que funciona como una herramienta para el cambio social, político y cultural. Este modo de operara menudo mantiene su nombre sin traducir a otras lenguas, ya que la palabra “útil” en español es tanto sustantivo (describe una función en tanto que «herramienta”) como adjetivo (otorga valor).
En contraste con el lento avance de la universidad española, cuatro escuelas del Área de la Bahía—que como Bruguera observó en una entrevista reciente «normalmente compiten entre sí»—unieron sus fuerzas rápidamentepara formar la Escuela de Arte Útil, en cooperación con la Asociación de Arte Útil, un foro de comunicación y base de datos de casos y recursos codirigido por Bruguera y Alistair Hudson (Middlesbrough Institute of Modern Art), YBCA y Van Abbemuseum. Las universidades California College of the Arts, San Francisco Art Institute, University of California, Berkeley, y San Francisco State University reconocieron crédito escolar a aquellos estudiantes comprometidos con una asistencia constante y una participación activa en la Escuela. Tres hipótesis económicas podrían explicar su buena disposición: la asignación de fondos como agente modelador del compromiso sociopolítico de la Academia; la (in)disponibilidad de servicios sociales públicos inevitablemente motivando ciertos tipos de prácticas, y las últimas tendencias del mercado del arte dictando las agendas de las universidades.
La Escuela fue una actualización de un proyecto pedagógico anterior iniciado por Bruguera en La Habana—Cátedra Arte de Conducta (2003-2009)—y la implementación de una iniciativa de Arte Útil diseñada para proporcionar resultados prácticos y beneficiosos para sus usuarios. A través de un acto performativo, la Escuela no solo afirmó que era posible otro tipo de arte, sino que la educación artística podría ser gratuita en Estados Unidos si las instituciones estuvieran dispuestas a aportar fondos, habilidades organizativas e infraestructura. La propuesta superó la mera exhibición a través de su materialización efectiva; educadores de arte, estudiantes, administradores y miembros de la comunidad se reunieron entre delas paredes de la exposición para asistir a una escuela en pleno funcionamiento.
YBCA dio un paso en la dirección de la «usuaridad», en un intento de dejar atrás la noción apenas cuestionada del régimen del espectador que estan familiar en los museos, como Stephen Wright, experto clave de Arte Útil, propone en Towards a Lexicon of Usership. Si se siguiera este ejemplo, las iniciativas educativas dentro del museo permitirían que los roles del espectador y el alumno no solo fueran intercambiables, sino trascendidos. Replicando el modelo establecido por la Cátedra, se invitó a estudiantes inscritos oficialmente en las escuelas participantes o a través del programa de becas para adultos de YBCA, y al público general interesado en asistir informalmente (con admisión pagada o afiliación “paga lo que puedas» al YBCA), ampliando así considerablemente el número de participantes. Al igual que en la casa de Bruguera en La Habana, la semana terminaba con una fiesta, esta vez en las instalaciones de la institución artística. La configuración de la Escuela fue, como señala Claire Bishop en un ensayo que hace referencia a la Cátedra, tanto oficial como informal.
A pesar de estos gestos de rebelión anti-institucional, la Escuela mantuvo una jerarquía vertical de intercambio de conocimiento unidireccional, y recurrió a metodologías pedagógicas convencionales: conferencias, lecturas y trabajos en grupo, todas ellas dirigidas hacia un prototipo final de Arte Útil. Después de una presentación durante la primera semana del concepto de Arte Útil y el archivo de casos de estudio que legitima este género artístico, artistas, colectivos y comisarios fueron invitados
a ilustrar los temas mencionados en el plan de estudios: «a-legalidad», «hiperrealismo activo”, «reformando el capital”, «resultados beneficiosos», «sostenibilidad», «intersección con otras disciplinas» y «modos de colaboración creativa». Además, todos los viernes se ofrecían reuniones individuales con los educadores invitados o la misma Bruguera, fuera del horario de clases.En una entrevista con Gemma Medina Estupiñan tras el fin de la Escuela, la comisaria evaluó las áreas de mejora de la Escuela en nombre de la Asociación de Arte Útil, y reconoció la necesidad de favorecer una estructura horizontal que permita que las dinámicas de poder inherentes a la relación maestro-alumno puedan ser desmanteladas. De hecho, la riqueza inmaterial de la red social presente en el grupo solo se hizo visible hacia el final de la Escuela, cuando el artista y organizador comunitario Rick Lowe, instructor invitado de la sexta semana, propuso una mesa redonda para una introducción grupal, un lugar común en la práctica social pero que sin embargo faltaba en el plan de estudios de la Escuela. Los participantes—divididos arbitrariamente desde el principio en pequeñas asambleas que obstaculizaron la capacidad de formar relaciones interpersonales, y distribuidos espacialmente en un aula de disposición convencional—fueron, solo entonces, capaces de percibir su propio potencial.
Sin embargo, cabe destacar que ha habido una dedicación sincera a la formación y al perfeccionamiento de la Escuela de Arte Útil. En su primera iteración en YBCA, los resultados de su carácter no testado y naturaleza nomádica sugirieron varios ajustes, que ya se han avanzado para ediciones consecutivas. La próxima instalación de la Escuela será en ICA Virginia Commonwealth University en enero de 2018, y posteriormente en México durante el verano de 2018. Allí, con el fin de fomentar interacciones más ponderadas entre los asistentes y la comunidad, la convocatoria de la Escuela se enfocará hacia una inscripción multidisciplinar, su duración se alargará y los prototipos de de Arte Útil propuestos por los participantes se anexarán a iniciativas existentes, específicas del contexto.
Mi experiencia en la Escuela me hizo comprender de que el sentimiento de culpa o arrepentimiento aparecerá en todos aquellos que, confrontados con este modo de trabajo útil, seguimos cayendo en el gesto estético y poniendo nuestra visión artística y curatorial por delante de las urgencias actuales. Podemos y debemos seguir criticando las prácticas artísticas socialmente comprometidas, pero ya que nos han abierto los ojos a una nueva forma de hacer arte—que se vuelve más generativa y efectiva en cada examen—mirar hacia otro lado podría ser una señal de indiferencia.
[Nota del editor: la autora de este artículo es una co-traductora de la citada Towards a Lexicon of Usership, de Stephen Wright.]
Notes
- “Arte Útil and Actioning Desire. Annie Fletcher in Conversation with Tania Bruguera.” What’s the Use?: Constellations of Art, History, and Knowledge: A Critical Reader (Valiz, 2016), 318–323.
- Monica Westin, “Escuela de Arte Útil: A Proto-Institution Implementing Performance as Usefulness,” Art & Education, Oct. 11, 2017, accessed Nov. 8, 2017, http://www.artandeducation.net/schoolwatch/158874/escuela-de-arte-til-a-proto-institution-implementing-performance-as-usefulness
- Claire Bishop, “Pedagogic Projects: ‘How Do You Bring a Classroom to Life as If It Were a Work of Art?’,” Artificial Hells: Participatory Art and the Politics of Spectatorship (Verso, 2012), 241–250.
- Comunicación personal con Gemma Medina Estupiñan el 6 de noviembre de 2017.